sábado, 19 de noviembre de 2016

Pharmac ☆ Capítulo 3 [Final]


¡Finalmente ha llegado el día! Conoceremos hoy el desenlace del mini-fic de tres capítulos protagonizado por las chicas de Red Velvet, Irene y Wendy. Me siento emocionada trayendo uno de mis pocos proyectos terminados; ojalá os guste muchos este final y continuéis conmigo durante la publicación de futuras y antiguar obras.

Soy consciente de que este final es bastante predecible pero creo que es un buen desenlace de todas maneras. Lo siguiente será mucho más complejo y difícil de leer, lo prometo, así podréis compartir vuestras teorías conmigo y comprobar si son tan descabelladas como las cosas que en ocasiones se pasan por mi cabeza loca.

No olvidéis dejar vuestras opiniones sobre esta historia en los comentarios así como peticiones y todo lo que queráis compartir conmigo, yo estaré más que encantada con todo ♥ Sin más que decir, ojalá que lo disfrutéis mucho <3

¿Todavía no has leído los capítulos anteriores? ¡No te los puedes perder! Capítulo 1 - Capítulo 2





CAPÍTULO 3
(Final)


Era la primera vez que estaba en la compañía a esas horas pero era la única manera de colarse en la sala del ordenador central y acceder así a sus archivos y registros electrónicos. Había pasado varios días planeando la jugada a contrarreloj, pero no me hizo falta nada más.

Gracia a Seulgi y a algunos amigos dentro del departamento de seguridad había conseguido toda la información necesaria, desde planos hasta los turnos de los guardias nocturnos, y había planeado la actuación casi minuto a minuto. Aquella noche Seulgi estaría esperando mi señal desde los baños femeninos, no muy lejos de la sala, y yo abriría la puerta con la tarjeta identificativa que le había robado a última hora al jefe de planta.

Estaba claro que después de aquello, saliese el plan bien o mal, iba a quedarme sin trabajo, pero poco me importaba eso, lo que más quería era llegar hasta el final del asunto y evitar todas las muertes que se acabarían produciendo si el Raxon salía definitivamente al mercado, justo a la mañana siguiente, dicho sea de paso.

No le había dicho nada de eso a Irene ni había dejado nada de mis planes donde ella pudiera encontrarlo para asegurar que todo aquello no la salpicase, después de todo no quería llevarme conmigo a quien creía que tan solo era una paranoica demasiado preocupada.

— ¿Por qué no salimos a cenar esta noche? Te vendrá bien un poco de relax antes de la salida del Raxon, así estarás más calmada durante la presentación —. Sabía que una cena no me levantaría la moral ni que mucho menos me haría olvidar que al día siguiente íbamos a sacar al mercado un producto mortal, y además tendría que pronunciar un discurso anunciando a los cuatro vientos lo maravilloso que iba a ser y cómo iba a mejorar la vida de las personas; puras mentiras que se notaría que ni yo misma me tragaba.

— Esta noche necesito desconectar, aislarme completamente y reflexionar sobre todo. Dejemos la cena para otro día, ¿sí? — No pareció estar muy convencida con mi excusa pero de todas maneras lo dejó estar y simplemente volvió al trabajo una vez que dejó un beso sobre mis labios.

Me sentía mal por estar ocultándole todo aquello a Irene, la que supuestamente era mi compañera de armas que me iba a apoyar en todo momento, pero sabía que debía hacerlo.

Fue solo cuestión de tiempo que el guardia que pasaba frente a la sala del ordenador durante su ronda se alejase del lugar y nos dejase el campo despejado. Una vez abrí la puerta le envié un mensaje a Seulgi, que enseguida se reunió conmigo y ambas entramos en la sala al mismo tiempo, cogiéndonos fuertemente de la mano para darnos fuerzas mutuamente.

Lo observamos durante unos segundos, todo estaba lleno de cables, discos duros y lucecitas de todos los colores que se apagaban y de encendían de manera intermitente a cada rato, como si se tratase de un club nocturno o cualquier discoteca. Dejamos la puerta cerrada a nuestras espaldas y acompañé a Seulgi a sentarse frente a la pantalla central desde donde podría acceder a la información que estábamos buscando.

— Voy a hacer todo lo que pueda, pero tampoco puedo prometerte nada —. Asentí enseguida, sin mostrar duda, ya no había vuelta atrás, y aunque la hubiese no pensaba largarme, de ninguna manera.

No aparté la vista de la pantalla mientras Seulgi encendía el ordenador, no quería perderme absolutamente nada, quién sabía lo que nos esperaría.

— ¿Sin contraseña? Deben de confiar mucho en su sistema de seguridad externo como para dejar todo esto a plena vista —. Quizá pedirían identificación o una contraseña más adelante, pero aun así era extraño que lo dejaran tan expuesto. A Seulgi pareció hacerle gracia.

— Te apuesto lo que quieras a que tienen todo el contenido codificado; conozco perfectamente a los empresarios sedientos de poder y dinero —. Me empezaba a preguntar qué clase de persona era Seulgi, porque estaba claro que una simple científica no era, no hacía falta mucho para darse cuenta de ello.

Efectivamente todo estaba codificado, lo averiguamos gracias a que a Seulgi se le ocurrió entrar en algunos documentos al azar con la intención de eso mismo, ver a qué se estaba enfrentando. Por suerte no parecía ser un codificado demasiado complejo, pues consiguió descifrar varios de aquellos documentos en menos de diez minutos.

Tras las pruebas iniciales se dispuso a adentrarse más en el ordenador, buscando los registros que indicarían quién había modificado todos los archivos referentes al estudio del Raxon y, quizás, también pudiese encontrar los documentos originales.

— Aquí está la información sobre el Raxon —. Enseguida acerqué más la cabeza para poder leer bien esos informes.

— Estos son los que yo tengo. ¿A partir de estos puedes encontrar los originales? Supongo que si todo funciona como tú dices, la información original debe estar almacenada en alguna parte —. Seulgi se limitó a asentir y a teclear mientras yo no dejaba de mirar la pantalla; estábamos a punto de lograr llegar al final del asunto.

No tardó en aparecer una nueva serie de informes, pero esta vez ligeramente diferentes; por suerte yo sabía perfectamente lo que debía buscar, y además había memorizado los modificados de arriba a bajo por lo que, si había algo diferente, enseguida me iba a dar cuenta de ello.

— Vaya...Parece que el compuesto es bastante más agresivo de lo que nos querían hacer creer —. No habría imaginado jamás algo como aquello, era muchísimo más grave de lo que podría haber pensado, y todo había sido culpa suya.

— Así que estás aquí...Lo imaginaba —. A Seulgi le hizo falta levantar la cabeza para reconocer la voz que ahora nos hablaba desde la puerta, pero yo la conocía de sobra.

Levanté la vista de la pantalla y la miré directamente, con el ceño ligeramente fruncido, apretando los dientes y los labios, intentando contener la ira y el dolor que pedían a gritos salir a la luz.

Muy pocas personas podrían haber accedido a los informes del Raxon, y muchas menos modificarlos, por lo que no me fue demasiado difícil atar cabos. Emocionalmente había sido un golpe muy duro, pero lo fue todavía más cuando se confirmó todo aquella noche.

— ¿Por qué has hecho esto? No tiene sentido —. Su risa me molestó, como siempre, pero esta vez no pensaba pasárselo por alto. Apreté fuertemente los puños, sin dejar de mirarla a los ojos.

— ¿No tiene sentido? Claro que lo tiene, solo que tú vives en un mundo distinto y no ves la realidad. O no quieres verla —. Hacía unos días jamás habría calificado a Irene como esa clase de persona, pero desde que empecé a sospechar de ella tras mi conversación en el laboratorio con Seulgi todo encajó en mi cabeza.

Si estaba de mi parte, dispuesta a apoyarme en todo, ¿por qué se empeñaba en llamarme paranoica y cosas similares? Para que me lo creyese. Y a punto estuve de hacerlo, de creer que todo estaba en mi cabeza y dejar pasar el asunto. Pero por suerte fui fiel a mis principios.

— Sabía que la investigación no saldría bien desde el principio y por eso alteró todos los resultados, para que los jefes creyesen que había logrado lo imposible y cubrirse de fama y fortuna —. Necesitaba oír todo aquello aunque ya lo sabía de sobra; de todas maneras Seulgi también necesitaba convencerse de que, para Irene, todo aquello tenía algún sentido.

— Exacto. Creían que podían tomarme el pelo, pero soy yo la que le ha dado la vuelta al asunto —. Esa sonrisa de satisfacción que se encontraba dibujada en su rostro me estaba poniendo enferma. ¿Cómo podía haber empezado a enamorarme de semejante mujer?

— Está muriendo gente y va a morir mucha más. ¿Es que eso no te importa en absoluto? — Sabía que era una pregunta estúpida, pero tenía que hacerla igualmente.

— Nuestro problema ya no es ese, Wendy. Las responsabilidades caen en la compañía una vez que el producto se ha puesto a la venta; ellos deberán responder y cargar con las muertes, no nosotras —. La carga emocional seguía recayendo sobre ambas, las líderes del proyecto, o al menos sí sobre mí.

Tuve que mantenerme callada unos minutos para contener tanto la rabia como las lágrimas que luchaban en mi interior para salir; mientras Irene se había acercado a nosotras aunque todavía nos separaba la pieza central del ordenador.

— Creía que eras una buena persona...Confié en ti. Eres una traidora, una persona despreciable —. Ni siquiera se inmutó, estaba claro que no le importaba nada.

— Siento no haber cumplido con tus expectativas Seunghwan, pero en la vida nunca sucede todo como a uno le gustaría —. Apunto estuvo de abalanzarme sobre ella y golpearla, suerte que el ordenador lo impedía.

— Vamos a notificar esto y no solo el Raxon no saldrá a la venta mañana, sino que tú vas a pasar el resto de tu vida en la cárcel —. Su sonrisa se volvió más amplia; estaba claro que todo aquello no había acabado.

— Supongo que mostrarás todo lo que saquéis de aquí como prueba… — Supuse enseguida lo que había hecho aunque me mantuve en silencio mientras Seulgi lo comprobaba.

— Según los registros de hace seis meses...Quién modificó los resultados fuiste tú, Wendy —. Lo sabía. Sabía que su último golpe iba a ser tan bajo como ese.

— Así si se me ocurre avisar de esto la culpa caerá directamente sobre mí y no te salpicará de ninguna manera, no es así, Joohyeon? — En su rostro se podía leer la victoria fácilmente.

— Me temo que se ha acabado. Pero piensa que el compañerismo es eso: yo hago algo malo y tú cargas con las culpas; la mitad para cada una —. Ya tenía suficiente. Mostré la sonrisa más grande que jamás había mostrado, o que recordaba. Ninguna de las dos entendió el gesto, hasta que no entraron todos aquellos hombres.

Desde que supe que había sido todo idea de Irene me preparé para afrontarlo, tanto interna como externamente, y ella no se lo olió en absoluto. Contacté con el departamento de sanidad del gobierno y les avisé de todas mis sospechas y de lo que iba a hacer para desenmarcararla, incluso me dieron algunos consejos y arreglaron cosas para que todo saliera perfecto; tal y como ocurrió.

Gracias a un micro que había llevado en la chaqueta todo el tiempo se había grabado nuestra conversación, también la parte en la que Irene no solo admitía haber modificado los resultados para inculpar a la compañía de miles y miles de muertes, sino también haberme querido usar de expiación.

Conseguí que fuese al ordenador aquella noche dejando un esquema más o menos detallado donde ella pudiera verlo pero sin que resultase demasiado evidente, aunque de todas maneras ella no me habría creído capaz de hacer semejantes cosas, tan solo me veía como una ingenua a la que poder manipular a su favor. Para su mala suerte, se equivocó.

Finalmente el Raxon no se lanzó al mercado, haciendo que la empresa perdiese millones en acuerdos que ya habían preestablecido y en el marketing, pero sin duda fue un precio muy bajo por todo lo que habrían perdido con todas las demandas que habrían puesto contra Velvet Medicals las familias de todos los que morirían por todo el mundo.

Irene fue metida en la cárcel por atentado contra la vida y por manipular documentos privados, no iba a salir de allí por mucho que lo intentase. Por mi parte y por la de Seulgi fuimos despedidas al habernos colado en el ordenador central y haber accedido a información clasificada pero entonces el gobierno nos ofreció unos puestos destinados a descubrir más negligencias y todo tipo de asuntos sanitarios y farmacéuticos turbios. Yo fui la que no aceptó.

Después de ayudar a los familiares de los fallecidos durante el estudio y a aquellos que habían enfermado debido al Raxon decidí cambiar de aires, dejar la gran ciudad y todo aquello, si no para siempre al menos por una temporada. Sigo en contacto constante con Seulgi, la que parece más que encantada con su nuevo empleo; de verdad me alegro por ella.

Ahora estoy asentada en un pueblo no demasiado grande, cerca de la costa, a punto de abrir una pequeña tienda en colaboración con Sooyoung, una vieja amiga, en la que prepararemos medicinas solo a base de productos naturales; así podré seguir ayudando a la gente y mejorar algunas vidas, el que había sido mi objetivo desde que cursé ciencias en la universidad.
No me arrepiento de ello, en absoluto.

2 comentarios:

  1. ¡Hola!

    ¡Buah! Intuía que era Irene, pero no ese final. No me esperaba ni mucho menos que Wendy le hubiera tomado el pelo para que se solucionase todo. Muy buena la historia, de verdad. A ver cuando publicas alguna historia nueva que estaré dispuesta a leerla. ❤️❤️

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    1. Ay, cómo me alegra que al final no haya sido tan predecible como me parecía, es estupendo acabar sorprendiendo aunque sea un poco <3

      Pronto traeré algo nuevo, ojalá no tengas que esperar mucho, todo depende de si la vagancia se apodera o no de mí 😋

      Muchas gracias por leer 💕💕💕

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